martes, 5 de diciembre de 2006

Dar a Luz o Parir a Oscuras

Se dice que el momento más traumático y peligroso en la vida humana es el nacimiento, es por ello que ponemos la vida de este nuevo ser en manos de aquellos que son considerados expertos en el asunto.

Desde el principio de la historia, la mujer más anciana de la manada o el clan, las comadronas y los médicos se han encargado de ayudar a la madre , asegurándose de cubrir las necesidades y los peligros de esta experiencia. Pero que pasa cuando tanto la madre como el niño corren varios riesgos agregados por la negligencia o la dejadez de estos especialistas en la maternidad.

El día martes dieciséis de setiembre a las nueve de la mañana, fui como toda la semana a atenderme por emergencia en el hospital Angamos de Essalud para ver si por fin inducían mi parto, ya que la bebé tenía cinco días de retraso. Con la maleta en mano , lista para parir, me mandaron de nuevo a casa luego de monitorear los latidos de la bebé y de hacerme la ecografía acostumbrada.

Horas mas tarde, a las cinco de la tarde y doce minutos entre en labor, pero sin aquejarme ninguna dolencia. Ya para las nueve de la noche se avizoraban las primeras dolientes pero arítmicas contracciones, así que sin mas demora me enrumbe nuevamente al seguro donde me hicieron esperar tres horas más por no estar supuestamente lista.

A las once de la noche por fin los doctores del hospital decidieron que estaban listos para atenderme. ­-Suba al cuarto piso y toque la puerta frente al ascensor.- Adolorida y nerviosa, fui ubicada por la enfermera en un cuarto de hospitalización, ya que en la sala de labor no había cupo.

El invierno estaba acabando, sin embargo esa noche la sentí la más fría de toda mi existencia, y es que no permiten vestir nada que no sea la gélida bata del hospital. En la habitación se encontraban cuatro mujeres, dos en la segunda noche después de haber parido, una recién cesariada y otra llorosa a la que se le había practicado un legrado.

Al poco rato ingreso otra mujer en labor de parto. – Usted entra a monitoreo después de la señora- le dijo la enfermera refiriéndose a mi. La mujer ingresó al baño para desvestirse, lo que para en ese momento era una lastima, pues el frió provocaba en mi las ganas de hacer aguas menores, pero por el dolor provocado por la tosca aguja en mi mano, no se me había ocurrido ir antes.

Toqué el timbre para llamar a la enfermera y consultarle si no había problemas con que yo me encargue de ese asunto. Para cuando llegó la enfermera la mujer salía del baño, muy adolorida se sostuvo de la cama que estaba junto a mi. La enfermera dio un brinco cual portero de fútbol y pudo atrapar al niño entre las piernas de la mujer antes que se estrellara con el piso. –¡Toque el timbre señora!-me ordeno la enfermera arrodillada en el piso.

Obviamente, luego de espectar tremenda escena me pasaron a la sala de monitoreo para ver si los latidos del corazón de mi pequeña estaban bien, es decir si mi impresión no le había afectado. Eran las siete de la mañana y mi dilatación estaba estancada desde las dos y media de la madrugada. El dolor era muy soportable, mas el cansancio no.
Por fin la doctora me aplico un dilatador y litio para así hacerme mas permisiva. A medio día y sin haber dilatado por completo, consiguió que diera a luz con muchísima dificultad. Pese a las pruebas, ecografías y el monitoreo de mañana y noche, el staff de doctores del Hospital Angamos no logró darse cuenta que la pequeña estaba enredada en su cordón umbilical, o tal ves la larga espera la inquietó tanto que a su corta edad la empujo hacia en intento de suicidio.

La Doctora Jesús Vega cortó el cordón umbilical enredado en el cuello de la bebé y luego tiro de sus hombros para poder sacarla. La apartaron de mi inmediatamente y no me permitían verla, y es que temía que sufriera algún percance debido a la asfixia, sin embargo el daño sufrido era otro. La niña no podía mover el brazo a causa de una leve parálisis branquial en el hombro izquierdo, eso quiere decir que al tirar de ella lastimaron uno de sus ligamentos y recuperaría el movimiento del brazo a mediano plazo con terapia.

Hace un par de días , Nora Cuya perdió a su pequeño que nació asfixiado, pues llegó demasiado tarde al hospital, pese a haber estado horas antes atendiéndose en emergencia, donde le pidieron que vuelva luego cuando las contracciones vengan cada dos minutos por dos horas.

Esto casos se ven en los hospitales casi tan seguido como sus huelgas. La dejadez de los doctores en los hospitales de seguridad social, hace que el paciente corra mayor peligro al poner su vida y la de los que ama en sus manos. Esto casos se ven en los hospitales casi tan seguido como sus huelgas.

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